Es sorprendente la
cantidad de publicidad emitida en horario infantil y especialmente
dirigida a los niños. A pesar de que es algo que aceptamos con
naturalidad, deberíamos exigir al Gobierno que fuera ilegal, ya que
tiene consecuencias muy negativas.
En primer lugar, son
muchos los países que ya han decidido prohibirla. Por ejemplo, las
autoridades británicas no permitirán a partir de este año que se
emita publicidad sobre alimentos y bebidas poco saludables en horario
infantil, siguiendo un modelo de ley vigente hace años en los
estados escandinavos; en Canadá, lo que no están permitidos son los
anuncios de juguetes, ni siquiera en las fechas navideñas.
Tras
haber trabajado más de 10 años en marketing y
publicidad y como padre de familia, soy perfectamente consciente del
fuerte impacto que ésta puede tener sobre los niños, ya que
mediante bellas imágenes, pegadizas melodías y atractivos
personajes de moda, a los publicitas nos resulta muy fácil vender
ilusiones y crear falsas necesidades.
Hay quien al leer ésto
se erigirá en defensor de la información y de unas supuestas
libertades personales o comerciales para justificar la publicidad de
24 horas. No obstante, dada la falta de formación y criterio de los
niños, y teniendo en cuenta la escasa o nula vigilancia por parte de
los padres sobre lo que ven en la TV, la realidad es que los menores
son muy susceptibles de aceptar aquello que se les vende sin
contrastar ni verificar la información. Esto es, se les puede
manipular fácilmente y, por tanto, deben ser protegidos hasta que
hayan madurado y desarrollado un espíritu crítico.
Pero, además, el
alcance de la publicidad resulta mucho más trascendente, ya que
puede afectar la personalidad y el desarrollo psicológico: permitir
que nuestros hijos sean bombardeados por la publicidad todas las
tardes durante años implica el riesgo de convertirlos en seres
caprichosos y materialistas, adictos al consumo.
Por todo ello, debemos
solicitar a nuestros gobernantes una ley que regule la publicidad en
horario infantil. La salud física y moral de nuestros niños tiene
que estar por encima de los intereses económicos de unos pocos
empresarios, por muy poderosos que sean.
Carta
al director de Pablo Galianat, publicada en El País (adaptación)
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