1.Demuestra que es un
texto literario y subjetivo.
Es un texto literario
porque tiene una finalidad estética (crear belleza y sorprender al
lector) y es subjetivo porque el autor transmite su visión personal
del paisaje y la emoción que le produce contemplarlo: un sentimiento
de paz y serenidad pero teñido de nostalgia, puesto que se trata de
un mundo rural que está desapareciendo. Todo ello lo consigue
mediante una cuidada selección del vocabulario, que además presenta
un valor connotativo: (“curso manso”, “la cuidad está
silenciosa”, “la caliente Extremadura”; diminutivos:
“manchita”, “nubecilla”) y el uso de figuras literarias (enumeración, personificación...), como
se comentará después.
2. Demuestra que se trata
de una descripción dinámica.
Es una descripción
dinámica porque describe la transformación del paisaje y del mundo
rural con la llegada del progreso (l.1, l.3, l.5...), oponiendo el
pasado y el presente. Además, aparecen numerosos verbos de
movimiento: “se remueve”, “avanza”, “levanta”, “pasa”
y verbos que indican tranfromación: “han desaparecido”, “ha
aparecido”.
3. Identifica las
características lingüísticas de un texto de modalidad descriptiva.
Este texto presenta las
principales características lingüísticas del estilo nominal:
aparecen sustantivos concretos (“bosque”, “cuidad”, “coche”,
“tenderías”...) y numerosos complementos del nombre, en forma de
adjetivos (“negra”, “largas y solemnes”, “silenciosa”) o
de sintagma preoposiconal ("de polvo", "de regadío");
también verbos propios de la descripción, como "haber"
("donde antes había... ahora hay") y el copulativo "estar"
("está silenciosa", "están cerrados"). Destaca
asimismo, el uso del imperfecto de indicativo: “rodeaban”,
“había”. Por otra parte, encontramos adjetivos posesivos (“su
curso”) y una locución adverbial de carácter deíctico (“al
lado de”). Predominan las oraciones simples (todas, excepto “donde
había antes...” y “que salmodia alguna oración). Por último,
al ser una descripción literaria predominan figuras retóricas como
la antítesis, que opone el pasado al presente para describir los
cambios: ("han desaparecido", "han aparecido",
l.1-2; "donde antes había..., hay ahora..."),
enumeraciones (“enorme, pesado, ruidoso”;
tenderías, comercios, rebaños...), o la personificación
("las campanas lanzan", curso “manso” del río). De
este modo, el autor no sólo describe un paisaje sino que transmite
al lector la emoción que le causa contemplarlo.
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