TEXTO B (ej 3 p.19). Comentario de un texto de modalidad descriptiva.
Se trata de
una descripción literaria subjetiva, puesto que ofrece la visión
personal del narrador de un paisaje urbano, concretamente de un
barrio obrero en las afueras de la ciudad. El texto transmite una
sensación de suciedad, miseria y abandono, tanto mediante los
sustantivos (“escombros”, “cristales”, “latas”) como
mediante los complementos del nombre: “manos de fregar, coser,
trabajar”, “sombra fría”, “estrellas gordas y
suburbiales”...). La descripción es dinámica gracias al uso de
comparaciones (“trenes que lo cruzaban como relámpagos”) pero,
sobre todo, debido a la evolución del paisaje con el paso del
tiempo. La luz del atardecer transforma los desperdicios y crea por
un instante la ilusión de que hay belleza en la desolación,
mediante la antítesis
“mísero y grandioso” y también gracias a comparaciones
“como si todo fuera a redimirse por la luz, a purificarse por el
fuego malva de la tarde”. Sin embargo, al caer la noche, la
realidad de pobreza y marginación se impone de nuevo: las manos
callosas de la novia del protagonista y la “tristeza de esparto”
(metáfora
sinestésica) que “iba acallando el mundo” (persnificación).
El
texto presenta las características lingüísticas de la descripción.
En primer lugar, aparecen numerosos sustantivos concretos (“sol”,
“trenes”, “escombros”) y abstractos (“tristeza”),
acompañados de adjetivos (“mísero”, “grandioso”, “gordas”)
o de sintagmas preposicionales (“de esparto”, “de fregar”),
que funcionan de CN. Además, aparecen verbos propios de la
descripción: atributivos en imperfecto de indicativo (“era”,
“parecía”), el verbo “haber” (“había”) y otros verbos
también en imperfecto (“lucía”, “cruzaban”, “caían”)
que indican movimiento o transformación, para darle dinamismo a la
descripción. Por último, aparecen comparaciones y metáforas, como
ya se ha comentado, así como enumeraciones (“de fregar, coser,
trabajar”).
En
conclusión, el texto presenta las características de una
descripción literaria, con un uso cuidado del lenguaje (vocabulario preciso, registro formal), presencia de figuras literarias y adjetivación abundante. De este modo, el autor consigue no sólo
retratar un paisaje sino también transmitir las emociones que se
siente al contemplarlo.
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